agosto 07, 2007

Ramón Carrillo, un héroe de la medicina argentina

Por Facundo Cornejo

“La salud es el resultado de la justicia social”. Esa era una convicción que tuvo siempre presente Ramón Carrillo, un médico sanitarista que estuvo a cargo entre 1946 y 1954 del primer ministerio de Salud del país.

Nacido el 7 de marzo de 1906 en Santiago del Estero, a los 18 años viajó a Buenos Aires para ingresar a la Facultad de Medicina de la UBA, de donde se recibió de neurocirujano con medalla de oro. Además, fue becado para perfeccionar sus estudios en Europa.

El 17 de octubre de 1945 Carrillo recibió en el Hospital Militar al general Juan Domingo Perón, proveniente de la Isla Martín García. A raíz de unas charlas que mantuvieron, la comunión política iba tomando forma de plan sanitario, y que empezara a aplicar a partir del 4 de junio de 1946, cuando fue designado al frente de la secretaría de Salud Pública, que luego se convirtió en Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.

Carrillo es considerado el fundador del sanitarismo nacional, ya que elaboró el primer Código Sanitario Argentino. Durante su gestión en el ministerio de Salud creó 234 hospitales, más de 50 instituciones, fundó la Escuela Argentina de Sanidad y Emesta, la primera fábrica nacional de medicamentos. Además, se lograron reducir de 300 mil a sólo 137 los casos de paludismo, y se elevó de 61,7 a 66,5 la esperanza de vida en sus ocho años de gestión.

En 1951 sufrió una enfermedad, tres años después dejó el ministerio y viajó a los Estados Unidos. No regresó al país por la Revolución Libertadora, y tuvo que aceptar –a pesar de su frágil salud- un puesto de médico en Belém do Pará, en el norte de Brasil. Finalmente, producto de una hemorragia cerebral, murió en noviembre de 1956, a los 50 años.

Entre las características de sus políticas, se evidenciaba un profundo sentido nacional, facilitando el acceso del pueblo a los adelantos científicos y en medicina social. Asimismo priorizó el desarrollo de la medicina preventiva y modernizó la organización hospitalaria.

Por sus logros, la Organización Panamericana de la Salud lo eligió en 2002 como “Héroe de la salud argentina”.

"El Estado no puede quedar indiferente ante el proceso económico, porque entonces no habrá posibilidad de justicia social, y tampoco puede quedar indiferente ante los problemas de la salud de un pueblo, porque un pueblo de enfermos no es, ni puede ser un pueblo digno". Palabras que confirmó con hechos.

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