Por Facundo Cornejo
“El hospital es un desastre, los aparatos no funcionan, a veces ni hay gasas, y a duras penas funcionan cuatro ascensores”. Ése fue el diagnóstico realizado por una médica que prefirió no dar su nombre aludiendo que “sólo la dirección está autorizada a hablar”. Pero la lista no termina ahí: el deficiente estado edilicio, huelgas que afectan el funcionamiento y reclamos salariales dejan al centro de salud con pronóstico reservado.
El Clínicas, que depende de la Universidad de Buenos Aires, adhirió en los 90 al decreto de autogestión –se financia con lo que se cobra a las obras sociales- (ver ¿En qué consiste…). En los últimos tiempos pasa de una intervención a otra, pero la emergencia no cesa. El deterioro es evidente: en el tercer piso una cartelera previene del piso roto a la gente; y sobre el suelo, un afiche con la inscripción “Kirchner, ¿dónde están los 111 millones que prometiste?” obliga a todo el que pasa a hacerse la misma pregunta sobre los fondos, producto de un acuerdo entre Nación y UBA para obras y refacciones.
En noviembre de 2006, la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) había denunciado irregularidades estructurales, administrativas y de gestión presupuestaria. En relación a la higiene, la falta de limpieza se nota en los pisos superiores como también la existencia de bolsas de residuos patológicos en los pasillos. Ambos puntos fueron señalados en el informe oficial, pero aun no hubo cambios.
Según datos aportados por la comisión interna de APUBA, el hospital de Clínicas recibe 2.000 pacientes diarios, 60.000 consultas por mes, y emplea a 2.900 trabajadores. Asimismo, señalan que para funcionar se necesita un presupuesto de 260 millones de pesos –actualmente es de 175 millones-, ya que 94,8 son para pagar los sueldos.
Por lo pronto, un oscuro presente tiene el Hospital-Escuela que formó a los médicos que hicieron historia en el país. Y también una crisis que parece interminable.
“El hospital es un desastre, los aparatos no funcionan, a veces ni hay gasas, y a duras penas funcionan cuatro ascensores”. Ése fue el diagnóstico realizado por una médica que prefirió no dar su nombre aludiendo que “sólo la dirección está autorizada a hablar”. Pero la lista no termina ahí: el deficiente estado edilicio, huelgas que afectan el funcionamiento y reclamos salariales dejan al centro de salud con pronóstico reservado.
El Clínicas, que depende de la Universidad de Buenos Aires, adhirió en los 90 al decreto de autogestión –se financia con lo que se cobra a las obras sociales- (ver ¿En qué consiste…). En los últimos tiempos pasa de una intervención a otra, pero la emergencia no cesa. El deterioro es evidente: en el tercer piso una cartelera previene del piso roto a la gente; y sobre el suelo, un afiche con la inscripción “Kirchner, ¿dónde están los 111 millones que prometiste?” obliga a todo el que pasa a hacerse la misma pregunta sobre los fondos, producto de un acuerdo entre Nación y UBA para obras y refacciones.
En noviembre de 2006, la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) había denunciado irregularidades estructurales, administrativas y de gestión presupuestaria. En relación a la higiene, la falta de limpieza se nota en los pisos superiores como también la existencia de bolsas de residuos patológicos en los pasillos. Ambos puntos fueron señalados en el informe oficial, pero aun no hubo cambios.
Según datos aportados por la comisión interna de APUBA, el hospital de Clínicas recibe 2.000 pacientes diarios, 60.000 consultas por mes, y emplea a 2.900 trabajadores. Asimismo, señalan que para funcionar se necesita un presupuesto de 260 millones de pesos –actualmente es de 175 millones-, ya que 94,8 son para pagar los sueldos.
Por lo pronto, un oscuro presente tiene el Hospital-Escuela que formó a los médicos que hicieron historia en el país. Y también una crisis que parece interminable.
¿En qué consiste el sistema de Hospitales
Públicos de Autogestión (HPA)?
En 1993, durante el gobierno de Carlos Menem, el decreto 578 estableció que las obras sociales (entre otros agentes del Sistema Nacional del Seguro de Salud) estaban obligadas a pagar -automáticamente- las prestaciones que sus afiliados solicitaban en los hospitales públicos inscriptos en un registro nacional.
Entre otros beneficios, la idea era que los HPA tuvieran una herramienta para obtener recursos económicos y que no terminaran financiando a las obras sociales, al atender en forma gratuita a sus afiliados utilizando fondos públicos.
El decreto formaba parte de una medida del Ministerio de Salud y Acción Social para la “modernización” del sistema sanitario. Más de 1.100 hospitales adhirieron al registro.
Un estudio realizado por esa dependencia en aquel año señalaba que “el hospital público debe ser considerado como un centro de costos independiente dentro de la estructura administrativa estatal y, además, una organización que compita ofreciendo servicios hospitalarios a usuarios tanto privados como públicos”.
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