agosto 07, 2007

Situación de los hospitales porteños: Falencias de un sistema sanitario que deberá mejorar

Por Leandro Raspino y Facundo Cornejo

Un duro panorama debe enfrentar quien no cuenta con una obra social, y mucho menos con medicina prepaga. Llegar al hospital cuando el sol aun no asoma en el horizonte para tener la fortuna de conseguir ese ansiado turno para las especialidades, colas eternas para las guardias, gastos imprevistos por la falta de insumos e incomodidades por problemas de infraestructura son, a grandes rasgos, los obstáculos que deben sortear los que tienen como única posibilidad al sistema público.

La Ciudad de Buenos Aires tiene un sistema de salud resentido. En teoría suena como si gran parte de los porteños utilizaran al hospital público, pero en las cifras la realidad es otra: apenas el 21 por ciento de quienes residen en Capital se atienden. La principal causa de la saturación se debe a que la mitad de los usuarios de los nosocomios provienen del conurbano bonaerense, ya que en Provincia el sistema hospitalario está en terapia intensiva. Otro motivo es que la Ciudad tiene el mayor índice de afiliados a obras sociales y prepagas del país.

Realidades diferentes

El Hospital Durand, ubicado en el barrio de Caballito, se ha ido deteriorando con el paso de los años. "Desde el punto de vista edilicio, sufrimos los inconvenientes de obras que fueron paradas en el tiempo, por distintas situaciones judiciales, y se detuvo el crecimiento del hospital. Pero este año vamos a tener el presupuesto para terminar esas obras inconclusas, y habría más camas para terapia intensiva (en este momento sólo hay 10), unidad coronaria, terapia neonatología, hemodiálisis. Y la obra va a permitir tener más camas, llegando a 500", señaló Horacio Rey, jefe de urología.

El médico agregó: “como todos los hospitales de la Ciudad, han sufrido los avatares económicos del país. La tecnología se ha ido tornando obsoleta, la que había era viejita, se le agregó poca y la poca también va siendo obsoleta”.

Atención presidencial

El Hospital Argerich, del barrio de la Boca y que eligió el Presidente Kirchner para su atención y la de su familia, es uno de los centros de salud clave: el público que se atiende allí proviene, en su mayoría, de la zona sur de la Capital y del conurbano bonaerense. Con motivo del ballotage porteño, Daniel Filmus recorrió las instalaciones y, a no ser que se haya tratado de un “montaje” por la visita del candidato, el hospital no sufría serios deterioros; es más, ese día casualmente y a la hora del recorrido, una empresa contratada reponía vidrios de las habitaciones de la parte de internación. No obstante, en otro rincón por el que no pasó el funcionario, la guardia estaba repleta, la gente se quejaba por llevar varias horas sin ser atendidos y, quien necesitara realizarse una ecografía se encontraba con que no funcionaba y no se consignaba fecha de reparación en el precario papel pegado en la pared.

El mayor hospital de pediatría

El Hospital Garrahan es uno de los principales centros pediátricos del país, y está gestionado por el gobierno nacional y el porteño, sumado a los aportes de la cooperadora. Con un desarrollo de alta complejidad, allí se atienden más de 250 mil chicos por año.

Respecto de su situación edilicia, en algunos sectores los techos tienen filtraciones pero, al ser un hospital nuevo (fue inaugurado en 1987), no presenta serios problemas. Sin embargo, un foco de conflicto permanente es la cuestión salarial de los trabajadores; actualmente la junta interna reclama un reparto equitativo de 1.520.000 pesos de los recursos genuinos, y estudian planes de lucha para los próximos días en demanda de un aumento de salario.

El centro de salud del oeste porteño

El Hospital Santojanni, ubicado en el barrio de Mataderos, es un polo de atención para los habitantes de la zona oeste de la Capital Federal y del conurbano. Alrededor de 800 mil consultas externas se atienden por año, muchos de ellos de Villa Luro, Liniers y Mataderos, como también desde Villa Lugano, Ciudad Oculta y, cruzando la General Paz, del partido de La Matanza. El lugar fue modernizado en 2003 con la apertura de centros quirúrgicos de alta complejidad.

Situación del Udaondo

Pasando a los hospitales especializados, el Udaondo, un centro de referencia en Gastroenterología, recibe más de 40 mil consultas por año. Según un informe de auditoría realizado en 2006, tiene graves inconvenientes edilicios, con instalaciones eléctricas inadecuadas. Además, falta personal de enfermería y no están operativos todos los quirófanos.

Largas demoras en el Fernández

El Hospital Fernández, ubicado en Palermo, es un centro de alta complejidad al cual acuden numerosas personas con urgencias de todo tipo, en especial traumatológicas. Pero el déficit de profesionales contratados genera que la atención a pacientes ambulatorios sea lenta y las salas de espera estén colmadas de gente que padecen enfermedades respiratorias o ataques alérgicos o traumatismos, que esperan horas y se fastidian por la demoras.
La falta de insumos y medicamentos es la misma que tiene el resto de los establecimientos sanitarios. Durante el 2005 y 2006, el tomógrafo estuvo varios meses descompuesto, lo mismo pasó con los aparatos de rayos.


Una investigación de la Defensoría del Pueblo reveló que la demora de las cirugías cardiovasculares en el Fernández es de 3 años, “una cifra significativa y vergonzosa”, según sentencia el informe. Además durante el 2006, fue el único hospital que no operó normalmente por falta de mesa de cirugía. Y realizó una sola intervención quirúrgica por semana.

Asimismo, la Ciudad de Buenos Aires cuenta hoy con un solo resonador magnético y se encuentra en el Hospital Fernández, al que son derivados todos los pacientes de los demás centros de salud. Una empresa privada, Argus, tiene la concesión del servicio desde 1999, además es la propietaria del equipo y empleadora de médicos y técnicos que lo utilizan. El gobierno porteño paga a la empresa 375.000 pesos por mes. Refiriéndose a este tema el actual ministro de Salud porteño, Alberto De Micheli, sostuvo: "Se está cobrando un valor que no nos satisface y estamos licitando la compra de dos nuevos resonadores para los hospitales públicos”.

Problemas con los residuos
patológicos del Muñiz

El Hospital Muñiz se especializa en enfermedades infecciosas y recibe pacientes de todo el país y de Latinoamérica. Atendió recientemente los casos de meningitis que ocurrieron en el país y es el encargado de la asistencia de los pacientes con VIH.

El estado edilicio del nosocomio es deficiente y ciertos sectores están clausurados debido al peligro de derrumbe. Mientras tanto los avances de las construcciones, que anuncian los carteles del Gobierno de la Ciudad, se retrasan.

Otro tema preocupante en este hospital es el tratamiento de los residuos patogénicos. Una investigación del Centro de Estudios Legales y Sociales reveló que “los desechos se acumulan sin orden ni control durante días en recipientes y en lugares inadecuados, que no respetan las mínimas medidas de seguridad sanitaria”.

Malas condiciones laborales y
salariales en un hospital de Flores

Ubicado en Aranguren 2701, el Hospital Teodoro Álvarez fue el lugar elegido para las asambleas de los diversos gremios: Sutecba, ATE, Asociación de Profesionales y Filial Álvarez de Médicos Municipales, el pasado 28 de mayo. En todas hubo una gran concurrencia de trabajadores. El común denominador fue la crítica situación del hospital, las malas condiciones laborales, salariales, la falta de nombramientos y el cobro del 82 por ciento móvil para las jubilaciones.

Falta de personal para la atención
de la salud de los abuelos

La Unidad de Geriatría del Hospital Ramos Mejía de la ciudad de Buenos Aires, ubicado en el barrio de Balvanera, fue creada en 1979. Por lo tanto fue pionera y un ejemplo continuado en América Latina. En los últimos años fue sometida a un constante vaciamiento que desemboca en una insuficiencia en el orden de las internaciones. Cuenta con tan solo un jefe y una médica de planta en un área poblacional compuesta por cientos de miles de personas, entre las que cerca de una cuarta parte son adultos mayores.

Temor a un "cromagñón sanitario" en Recoleta
y problemas con el gas en el Quemados

En el barrio de Recoleta se encuentra el hospital general de agudos Bernardino Rivadavia. Este es otro de los casos testigo que muestra el descuido de la Salud de los porteños. La situación edilicia es mala, los techos se derrumban constantemente y los residuos patológicos son arrojados en cesto comunes en los pasillos. Funcionan cuatro quirófanos de los 13 que posee. Además, meses atrás los ascensores se encontraban rotos y debían subir a los enfermos hasta la sala de cirugía por las escaleras.

En febrero de este año el diario Perfil publicó un informe sobre el estado de este hospital y en el que se describía que en cualquier momento se podía desatar un “Cromagñón sanitario”.El motivo son las antiguas tuberías de calefacción (hoy fuera de funcionamiento) que recorren el subsuelo del hospital están llenas de desperdicios y basura que son altamente inflamables, “Ante una llama, se incendia todo el edificio. La única diferencia con Cromañón es que todavía nadie prendió la bengala”, según detalló un enfermo al diario.

En el hospital Central de Quemados la realidad fue difícil: el pasado 7 de mayo cortaron el suministro de gas natural por un escape y no volvieron a reconectar el edificio por más de 20 días.

Por otro lado, el Ministerio de Salud porteño informaba por esos días que “los problemas iban a ser solucionados y que se preve la instalación de un medidor de mayor capacidad y la reparación de una cañería interna”. Mientras tanto, y hasta que regrese el servicio, el hospital utiliza gas envasado y estufas eléctricas para calefaccionar las instalaciones.


Una salida posible a la situación porteña

El déficit de la Salud porteña existe pero no llega a las cifras inferiores en atención y recursos que tiene los hospitales del resto del país. Pero la falta de insumos, de profesionales contratados, de medicamentos, tecnologías para todos y otras variantes son comunes en cada uno de los 33 hospitales.

Es notable el aumento considerable de la demanda de Salud, que fruto del incremento de los índices de pobreza e indigencia, generaron mayor cantidad de pacientes provenientes de la Ciudad, e incluso de otras provincias y del extranjero. Por este motivo están saturados todos los servicios.

Pero también es real que ninguno de los 44 centros de salud que tiene el Gobierno de la Ciudad, no son utilizados para atender a los pacientes ambulatorios. Acondicionar y promover estos centros para descomprimir las guardias, con largas esperas de más de cinco horas, sería una solución que muchos médicos y expertos recomiendan.

El hospital escuela de la UBA en crisis: El Clínicas no sale de terapia intensiva

Por Facundo Cornejo

“El hospital es un desastre, los aparatos no funcionan, a veces ni hay gasas, y a duras penas funcionan cuatro ascensores”. Ése fue el diagnóstico realizado por una médica que prefirió no dar su nombre aludiendo que “sólo la dirección está autorizada a hablar”. Pero la lista no termina ahí: el deficiente estado edilicio, huelgas que afectan el funcionamiento y reclamos salariales dejan al centro de salud con pronóstico reservado.

El Clínicas, que depende de la Universidad de Buenos Aires, adhirió en los 90 al decreto de autogestión –se financia con lo que se cobra a las obras sociales- (ver ¿En qué consiste…). En los últimos tiempos pasa de una intervención a otra, pero la emergencia no cesa. El deterioro es evidente: en el tercer piso una cartelera previene del piso roto a la gente; y sobre el suelo, un afiche con la inscripción “Kirchner, ¿dónde están los 111 millones que prometiste?” obliga a todo el que pasa a hacerse la misma pregunta sobre los fondos, producto de un acuerdo entre Nación y UBA para obras y refacciones.

En noviembre de 2006, la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) había denunciado irregularidades estructurales, administrativas y de gestión presupuestaria. En relación a la higiene, la falta de limpieza se nota en los pisos superiores como también la existencia de bolsas de residuos patológicos en los pasillos. Ambos puntos fueron señalados en el informe oficial, pero aun no hubo cambios.

Según datos aportados por la comisión interna de APUBA, el hospital de Clínicas recibe 2.000 pacientes diarios, 60.000 consultas por mes, y emplea a 2.900 trabajadores. Asimismo, señalan que para funcionar se necesita un presupuesto de 260 millones de pesos –actualmente es de 175 millones-, ya que 94,8 son para pagar los sueldos.

Por lo pronto, un oscuro presente tiene el Hospital-Escuela que formó a los médicos que hicieron historia en el país. Y también una crisis que parece interminable.

¿En qué consiste el sistema de Hospitales
Públicos de Autogestión (HPA)?

En 1993, durante el gobierno de Carlos Menem, el decreto 578 estableció que las obras sociales (entre otros agentes del Sistema Nacional del Seguro de Salud) estaban obligadas a pagar -automáticamente- las prestaciones que sus afiliados solicitaban en los hospitales públicos inscriptos en un registro nacional.

Entre otros beneficios, la idea era que los HPA tuvieran una herramienta para obtener recursos económicos y que no terminaran financiando a las obras sociales, al atender en forma gratuita a sus afiliados utilizando fondos públicos.

El decreto formaba parte de una medida del Ministerio de Salud y Acción Social para la “modernización” del sistema sanitario. Más de 1.100 hospitales adhirieron al registro.

Un estudio realizado por esa dependencia en aquel año señalaba que “el hospital público debe ser considerado como un centro de costos independiente dentro de la estructura administrativa estatal y, además, una organización que compita ofreciendo servicios hospitalarios a usuarios tanto privados como públicos”.

Rey: "Entender a la salud como una inversión y no como un gasto es fundamental"


ENTREVISTA
Por Facundo Cornejo

Horacio Rey destina su día en ir de un lado a otro. Por las mañanas va al hospital Durand, donde es jefe del servicio de Urología. Además, fue miembro de la Asociación Argentina de esa especialidad, y participó en diversos seminarios. Y en las tardes se acerca hasta la sede de la Asociación de Médicos Municipales de la Ciudad, de la cual es vicepresidente.
El médico aseveró que la saturación en el sistema sanitario de la Capital Federal es consecuencia del colapso en los servicios de salud de la provincia de Buenos Aires, y sostuvo que una solución posible es un correcto funcionamiento de la atención primaria.

-¿Se puede decir que en Argentina la salud está considerada como una política de estado?
-Una política de Estado es cuando se mantiene en el tiempo, en un gobierno detrás de otro con ciertas líneas que pueden ir variando un poco, pero que en realidad en el fondo es un esqueleto que habría que respetar, y esto no se cumple. Debiera serlo, como pasa en cualquier país del mundo, que tiene una política y la mantiene. Nosotros estamos acostumbrados a inventar y a comenzar cada vez que asumimos, no hay continuidad en las obras, en las cosas.

-¿Cuál es su visión sobre la salud pública?
-Nosotros tenemos un ministerio de Salud pública nacional que casi no tiene hospitales. Es un ministerio que cuando los hospitales pasaron a las provincias quedó sin efectores, como un ente regulador filosófico, que no sé si cumple esa función. Hay por supuesto, en la Capital Federal sobre todo, un sistema estructurado, muy sólido, que es el sistema público de salud que está cimentado en los hospitales del Gobierno de la Ciudad y algunos nacionales que pasaron hace algunos años a nuestra esfera. Y los hospitales no solamente satisfacen las necesidades de la Ciudad sino del primer y segundo cinturón del conurbano bonaerense, por eso se justifica tener tantos hospitales, sino no sería posible.

-Las estadísticas revelan que en Capital Federal hay un médico cada 90 habitantes. Y un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) señala que no faltan médicos en la Ciudad sino que están mal distribuidos a lo largo de la red de hospitales ¿Es un concepto acertado, o es desmedido?
-El número está aproximado, 1 cada 90. Es una barbaridad, eso no existe en el mundo, solamente en un núcleo urbano donde no hay control del ejercicio del profesional como es la Ciudad de Buenos Aires. En el Conurbano, por ejemplo, hay colegios que controlan la matricula, y se le hace más difícil al médico trabajar en el lugar si no está matriculado o colegiado. Nunca son pocos los médicos, pero para hacer atención médica primaria no hay.

-Respecto de la atención primaria de la salud (APS), sabiendo que la mayoría de la gente que se viene a atender a los hospitales de Capital provienen del conurbano, y la atención es lenta. ¿Cómo se le puede buscar la vuelta para que los que vienen de provincia puedan atenderse sin resentir el sistema?
-El sistema de salud de la provincia de Buenos Aires está quebrado desde hace mucho tiempo, por eso la gente viene acá. Hay gente que vive en el Conurbano, pero si tuviera un hospital como el Durand, ¿porqué van a venir? se van a quedar en su lugar. Pero como no hay, tienen que recurrir a la Capital, ya sea porque son de mayor complejidad, o hay mayor calidad médica, o mejor tecnología, pero eso debería estar articulado de tal manera que el paciente fuera a un consultorio de atención primaria, luego a un segundo nivel y después al hospital. En realidad, el hospital está hecho para que alguien venga con patologías complejas.

-¿Por qué el sistema de hospitales de autogestión promovido en los 90 fue un fracaso?
-En su momento se creyó que autogestionarse iba a ser una panacea, pero la realidad es que los hospitales que adhirieron están en ruinas. Fue un fracaso absoluto, porque la salud es una inversión, no tiene costo, no gastás en salud. Es un tema crucial y entenderlo es fundamental.

-¿Cómo califica la gestión del ministro de Salud, Alberto de Micheli?
-Él fue director del Hospital Tornú, es un hombre ligado al sistema. Le ha tocado una gestión tal vez no muy fácil. Y, por supuesto, no ha respondido a las expectativas que de él teníamos. Nosotros tenemos un gran déficit en nombramientos, no ha habido un gran cambio en lo que a tecnología se refiere, ni en mantenimiento de obras. Ha hecho un esfuerzo grande. Por ejemplo en el Durand contempló que el presupuesto alcanzara los 3 millones de pesos después de tantos años para completar las obras del hospital. Pero hay una gran cantidad de profesionales médicos y no médicos con nombramientos detenidos, obras que no logró completar. Creo que su mejor deseo tropieza con los problemas políticos y económicos.

-¿Cuáles son las claves del cambio en la salud pública?
-El cambio para dejar atrás la crisis se puede dar con la eficiencia, maximizar los recursos y mejorar cada día la calidad en la atención médica.

El Posadas reestablecido, pero aún colapsado

Por Alejandro Demergassi

El hospital Profesor Alejandro Posadas es sin duda alguna, el más importante del conurbano bonaerense. Será por su gigantesca área de cobertura, que abarca gran parte de la zona oeste de Buenos Aires, como así también partidos del sur como La Matanza y Tres de Febrero. Está ubicado sobre la colectora de la Gaona, y posee una extensión de 22 hectáreas, con 56.000 m2 de superficie cubierta distribuidos en 7 pisos. Surgió como iniciativa de la Fundación Eva Perón en 1954, y fue originalmente proyectado para cumplir funciones en la atención de enfermos con afecciones pulmonares crónicas y con especial dedicación a pacientes afectados por Tuberculosis. Pero en 1969 y hasta 1973, se amplió la estructura hasta convertirse en un Hospital General de Agudos, y posteriormente en un policlínico. Durante la dictadura Jorge Videla fue utilizado durante dos años como centro clandestino de detención y tortura, siendo responsable del mismo el General Reynaldo Benito Bignone. Hoy en día, nada se sabe de los 17 desaparecidos en los pasillos del Posadas de esa época.

El hospital atiende por día a unas 3.000 personas, y cubre un grueso de casi el 45% de la población del Gran Buenos Aires. “Sus principales fuertes son los tratamientos de alta complejidad, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Los equipos trabajan excelente, respaldado por un grupo de profesionales de primera”, cuenta Darío Bienzobas, médico que trabaja desde hace doce años en el Posadas. Darío participa de la Comisión Directiva, y trabaja también en la Superintendencia de AFJP. “A su vez y aunque les parezca mentira, el hospital cuenta con una muy buena cantidad de recursos y materiales asistenciales, como por ejemplo el número de camas ahora ronda por las 600, con sus respectivos gira-camas. También se redujeron los plazos de atención por consultas ambulatorias y de emergencia” agrega el doctor.

El principal problema del lugar pareciera ser el descomunal número de pacientes que se atienden allí. “El Posadas está ubicado estratégicamente, es un lugar de amplia cobertura. Y a esto se le agrega que cada vez más gente elige este hospital porque se empiezan a notar las mejoras, y quizás la deficiencia de otros centros de salud de la Provincia de Buenos Aires, lo cual no acompaña al crecimiento del Posadas, sino que lo estanca”, cuenta.

Además mencionó una importante burocracia que dificulta el acceso a los recursos en tiempo y forma, sumado a una serie de irregularidades en la estructura. Entre ellas, cita a mucha gente que posee formas inestables de vinculación con el lugar, ya sea por contratos o simplemente, por políticas internas.

El sistema sanitario del sur en plena recuperación

Por Leandro Raspino

La Salud Pública en la Partido de Lanús está organizada en dos regiones: Este y Oeste.

La zona Oeste esta encabezada por el Hospital Evita (Gestionado por el Gobierno provincial) y tres unidades sanitarias de las que dependen las salas periféricas.
La zona Este posee cuatro unidades sanitarias y sus periféricas que derivan al Hospital Vecinal de Lanús y al Hospital Doctor Arturo Melo.

Las unidades sanitarias reducen la cantidad de pacientes que se derivan a los hospitales, y cuentan con servicios de guardia de 24 horas, farmacia (que tienen los planes remediar y municipal). Solamente tres de ellas cuentan con laboratorio, radiología y ecografía.

El grave problema que tienen es la falta de mantenimiento edilicio y la necesidad de contar con mayor cantidad de profesionales. Es distinta la situación del Evita, que fue reestructurado recientemente.

Por su parte, en el Partido de Avellaneda, existen dos grandes hospitales: el Fiorito de la avenida Belgrano y el Hospital Presidente Perón.

El Fiorito es uno de los hospitales de mayor notoriedad en el sur. En septiembre del 2006 pasaron por sus consultorios externos 11.570 pacientes y en la guardia se atendieron 10.141 personas. El establecimiento cuenta con 404 camas y su promedio de cirugías es de unas 900 por mes.

El tomógrafo de este establecimiento no esta funcionando, como en otros hospitales del país. Los pacientes tienen que hacerse esos estudios en la Fundación del Sur, que se encuentra dentro del Evita de Lanús.

En el otro centro de salud de Avellaneda, el Perón, el Ministerio de Salud Nacional realizó el año pasado obras por casi 2 millones de pesos y lo equipó con una ambulancia con aparatos especializados en la atención de terapia intensiva única en la zona.

En el sur de esa parte conurbano residen millones de habitantes y los recursos de los hospitales son insuficientes para cubrir sus necesidades. Pero de todos modos los avances y construcciones se destacan, ya que años anteriores estaban totalmente desabastecidos y prácticamente en ruinas.

Un establecimiento sanitario moderno en la zona norte: Un lento proceso

Por María de la Merced Frías

El Hospital Municipal de San Isidro tardó 44 años en ser construido. Las obras comenzaron con Melchor Posse en la Intendencia y terminaron mucho tiempo después con su hijo Gustavo en ese cargo.

El proyecto del Hospital Municipal de San Isidro surgió en 1958. En ese momento, el entonces Intendente de San Isidro, Melchor Posse, y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Oscar Alende, durante la presidencia de Arturo Frondizi, firmaron el acuerdo para concretar la obra. Para esa época ya era sumamente necesario. Las obras se iniciaron al año siguiente. En 1960 ya se había alcanzado a completar el 57% de la obra civil y siguieron a buen ritmo hasta 1962, cuando el golpe de estado puso fin a la etapa democrática y se paralizaron las obras. Los recursos para terminar el Hospital fueron desviados a otros fines. Y si bien desde 1984, cuando Melchor Posse fue otra vez intendente, se intento concluirlo, la desestabilización del país lo fue dilatando. A 44 años del comienzo de las obras, se inauguró luego de sucesivas interrupciones en la construcción por falta de fondos. Hoy en ese centro de salud se atienden más de 1.000 personas por día, y trabajan unos 240 profesionales más 500 enfermeros y administrativos.

El municipio de San Isidro cuenta con un sistema integral de salud (otros dos hospitales, el Materno Infantil y el Ciudad de Boulogne), más 19 centros de promoción de la salud y consultorios descentralizados. El programa Materno Infantil tiene como objetivo la salud de madre-hijo y abarca a la mujer embarazada y a los niños hasta los 6 años de edad. Este programa ha sido uno de los pilares en la reducción en la mortalidad infantil. Incluye, en el caso que sea necesario, la dación de lecha a embarazadas y niños, y cuenta con Promotores de Salud en los distintos barrios. Desde el 2000 el Hospital Materno Infantil cuenta con la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica. La unidad esta equipada con respiradores artificiales y sistemas de monitoreo de última generación para medir el pulso y la presión sanguínea de los pequeños pacientes. Por su tecnología y por la excelencia médica que brinda el Hospital Municipal Materno Infantil fue reconocido por UNICEF como Hospital Amigo de la Madre y el Niño.

Panorama de salud en las provincias

Por Julieta Muñoz y Maria de la Merced Frías

“Uno de los modos más efectivos de combatir la pobreza es mejorar la salud”, señala uno de los informes de la Organización Mundial de la Salud en el 2003.

En Argentina, la salud no es un tema menor ya que los índices de pobreza e indigencia son muy elevados. Sobre todo si se analiza la brecha que existe entre las provincias del norte, centro y sur del país, y sus recursos.
De acuerdo a una encuesta realizada por la Red Solidaria de Profesionales de la Salud en el NOA (Noroeste argentino), NEA (Noreste argentino), Gran Buenos Aires y Capital Federal, esta última se encuentra en un estado medio, en comparación con el resto, y las provincias de las zonas fronterizas son las que peores parámetros tienen. “Si bien hay un gran déficit de atención en la Capital Federal, tiene un acceso muy superior a la media argentina. Lo grave es que hay zonas, especialmente en el segundo y tercer cordón del conurbano, que tiene los peores parámetros de acceso a la salud pública de la Nación, equiparables a zonas muy deterioradas del NOA y el NEA”, explicó Justo Carbajales, coordinador y miembro fundador de la red solidaria. Según reveló, el Gran Buenos Aires tiene niveles tan malos como el interior de Corrientes, Formosa, Jujuy, Misiones, Chaco y Tucumán que son los peores parámetros nacionales.

En relación al sistema de atención generalizado en la argentina, el tiempo de demora de atención, cobertura médica, controles de salud de la población e incidencia de patologías graves. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte. Según datos de la Red Solidaria, el esquema general en la Argentina se compone de un 35% de la población que no tiene otra cobertura que la pública, con picos en el NEA, NOA y Gran Buenos Aires. “Es más de un tercio de la población argentina que involucra a los desocupados y los trabajadores en negro. El sistema de atención primaria, al cuál accede esta población sin cobertura médica, está colapsado. Por eso, el 40% de los pacientes enfermos de las regiones del Gran Buenos Aires, NEA y NOA, tarda más de 15 días en ser atendidos, salvo en emergencia, donde también tienen una demanda mucho mayor a la posible. La situación es muy grave y el gobierno nacional debería tener un plan nacional de salud que actualmente no hay”.

Algunos datos sobre el estado del sistema
En la provincia de Chaco, el sistema de salud esta dividido en zonas sanitarias y cuenta con una Red Provincial de Emergencias - Unidad Central de Emergencias Médicas, que funciona desde el octubre de 2005, con el fin de optimizar los recursos de la red sanitaria en el área de traslado, emergencia y urgencia en beneficio del paciente, del hospital público y del cuerpo asistencial. Frente a las inundaciones sufridas durante 2006, la Red de Emergencia actuó en forma inmediata para cubrir las necesidades más urgentes de toda la población provincial. Además cuenta con la Producción Provincial de Medicamentos destinada a los servicios públicos y privados.

El sistema sanitario de Tucumán también se encuentra dividido con un sistema geográfico. La política de salud pública de la provincia pasa por el SI.PRO.SA., (Sistema Provincial de Salud), una organización encargada de asistir al Poder Ejecutivo en lo referente a las funciones vinculadas con la formulación, supervisión y evaluación de políticas de salud y seguridad social provincial.

Misiones es otra de las provincias que sufren la crisis sanitaria. Desde el Ministerio de Salud, en conjunto con el Gobierno provincial, se implementó el Seguro Provincial de Salud como un servicio destinado a la inclusión de los sectores más necesitados de la población. Se intenta garantizar la atención continua y de calidad a todos los habitantes misioneros, otorgando los recursos necesarios para afrontar los costos de la atención médica.

El Seguro de Salud es coordinado por el Instituto de Previsión Social (IPS), que se encarga de su gerenciamiento a través de sus prestadores y delegaciones locales, dado que el financiamiento proviene de Rentas Generales. Algunos de los servicios que el Seguro Provincial de Salud ofrece son la Atención Médica Integral (atención y estudios de mediana y alta complejidad), provisión de medicamentos e internación clínica y quirúrgica, entre otros.

En el caso de las provincias del sur, Carbajales comentó que “se trata de poblaciones aisladas con un acceso aceptable. Lo que pasa es que hay un déficit de alta complejidad y de cercanía, pero en la media argentina, están bien”.

En la provincia de Neuquén, el sistema de salud público cuenta con un presupuesto propio que significa aproximadamente el 14% del presupuesto provincial. Se trata de un sistema basado en la atención primaria de la salud y está repartido en 6 zonas sanitarias con criterios de distribución geográfica y de complejidad de derivación creciente, es decir, que de acuerdo a la necesidad de atención y tratamiento del paciente, será derivado a la zona sanitaria que corresponda, y en caso de no poder resolverse en la provincia, se traslada el caso a Capital Federal, cuyo sistema se encuentra más preparado para ciertas prácticas.

“Desde las políticas públicas de salud, creo que el sistema de la provincia está atrasado. El deterioro del país en todos los aspectos también ha llegado a Neuquén, aunque tiene un presupuesto muy importante para salud, que no tienen otras provincias”, explicó Silvia Gómez, médica desde hace 33 años en la provincia. “El gran déficit del sistema público es que hay un deterioro muy importante en la gestión y el gerenciamiento del sistema. Estas cuestiones que tienen una implicancia política más que de la salud pública. Si faltan cosas, tiene ver con problemas de gestión a nivel provincial”, agregó.

Casi $2.000.000 lleva invertido el Hospital Central de Mendoza en el último año para mejorar la calidad de atención de los pacientes. La compra de un microscopio quirúrgico de última generación, las nuevas salas de recuperación de cirugía cardiovascular, y hasta el sistema de distribución del oxigeno son muestra de esto. Otra de las inversiones que hizo estuvo destinada a ampliar el área donde se recuperan los operados del corazón. Se trata de cuatro salas con camas y monitores totalmente computarizados. También hay dos nuevos ecógrafos de alta definición.

El Hospital Central de Mendoza ha sido premiado por el INCUCAI como tercer centro del país en procuración de órganos para transplante.

Existen tres hospitales públicos importantes en Formosa: el Hospital Central (para adultos), el Hospital de la madre y el niño, y el de alta complejidad que está en funcionamiento hace solo dos años. No pudieron habilitarlo antes porque los profesionales no estaban capacitados para realizar ese tipo de tareas. El gobierno contrató médicos especializados de Buenos Aires y los llevaban allá a capacitar a los de Formosa. Igualmente los casos oncológicos y cardiológicos, en los casos mas graves, el estado traslada a los pacientes (junto a algún familiar) a Buenos Aires para realizar el tratamiento, haciéndose cargo de todos los gastos. Se traslada al paciente tanto por la falta de capacitación por parte de los profesionales como la falta de tecnología. En muchos casos los pacientes no soportan el desarraigo y se vuelven antes de terminar el tratamiento.

En los hospitales públicos de la provincia hay un alto porcentaje de pacientes que son paraguayos. Paraguay no cuenta con una salud pública muy desarrollada y al ser país limítrofe con Formosa, solo los separa un puente, los ciudadanos se acercan a la Argentina para ser bien atendidos. Mientras que los habitantes de Formosa, en muchos casos, viajan al Chaco a realizar, como por ejemplo, tratamientos de quimioterapia.

El Hospital Central cuenta con un área especializada en salud mental dentro del mismo edificio donde trabajan psicólogos y psiquiatras. Cuentan también con espacio para internación de gente con problemas mentales.

Además de los hospitales públicos, la provincia cuenta con varios centros de salud que están ubicados en los distintos barrios. Pese a ser una provincia muy pobre, Formosa no tiene, más que otras provincias, carencias en el área de la salud.

La Secretaria de Salud y Ambiente de la Municipalidad de Córdoba asegura la atención de la salud con una infraestructura conformada por el Hospital de Urgencias, el Hospital Infantil, 59 centros de salud, 26 unidades primarias de atención a la salud, el Instituto Odontológico Municipal, Especialidades Medicas y Farmacia Municipal. Asistencialmente se atienden las consultas por patologías de especialidades básicas y odontológicas, asegurando el tratamiento adecuado mediante la provisión gratuita de medicamentos y derivación de pacientes a centros de mayor complejidad, si fuese necesario. Preventivamente se realiza el control de Crecimiento y Desarrollo a los niños menores de 5 años.

El Intendente Municipal de Córdoba, Luis Alfredo Juez, junto a integrantes del Ejecutivo, dio a conocer que se pondrá en marcha la construcción de un nuevo centro hospitalario para la zona sur de la ciudad. Los servicios que se brindarán serán de mediana complejidad, con atención de urgencias, consultas ambulatorias, diagnostico, partos, neonatología y otros servicios complementarios. La obra beneficiará a doscientos mil vecinos de Villa el Libertador, Alejandro Carbó, Residencial Santa Rosa, Santa Isabel, Comercial Mirizzi y Cabildo, entre otros.

El gobierno de la provincia de Corrientes finalizó las obras de ampliación y refracción de diferentes centros de Atención Primaria de la Salud de esta capital. Se invirtieron 1.247.104 pesos.

El ministro de Salud Pública, Adolfo Shneider, presentó en Plan Provincial de Salud en todas las regiones sanitarias de la provincia. Atención primaria de la salud, gestión hospitalaria, recursos humanos y prevención, son los pilares de la gestión. El ministerio abastece a hospitales y centros de salud con medicamentos producidos en la provincia, además de asistir a la población infantil.

Manos solidarias, siempre presentes


ENTREVISTA
Por Julieta Muñoz

Frente a la crisis sanitaria que se vive en la Argentina, la Red Solidaria de Profesionales de la Salud, encara las necesidades de manera diferente. La agrupación de médicos que a lo largo del territorio nacional colaboran en la atención de aquellos pacientes sin acceso al sistema de salud pública, no tiene intereses creados, sino que luchan gratuitamente por el mejoramiento y la equidad a la hora de acceder a la salud.

Justo Carbajales, médico cardiólogo del hospital Ramos Mejía y coordinador de la Red Solidaria de Profesionales de la Salud, cuenta cuáles son los alcances de esta agrupación solidaria que desde 1995 se encarga de lograr que las personas sin recursos accedan a las especialidades que pudieran completar el proceso de recuperación de su salud.

-“Los objetivos fueron preocuparse por el bienestar físico, psíquico y espiritual del paciente, logrando que los colegas acepten atenderlos directamente, sabiendo que pueden coordinar su tarea con los otros miembros de la red. Hay una base de datos organizada por especialidades que está disponible a cada miembro de la red.

-¿Qué centros médicos colaboran con este sistema?
-La red es de personas. Muchos colegas donan sus consultorios particulares o piden permiso en los sanatorios o clínicas donde trabajan, para atender a los pacientes que acuden a la red. Cada médico va resolviendo como un desafío solidario el problema de cada paciente.
A veces se llegan a acuerdos con sanatorios hasta un límite. Muchos permiten que podamos atender gratuitamente a los pacientes en los consultorios pero no operarlos, entonces, se logra que se operen en el ámbito público. Hay, en el caso de estudios de alta complejidad, centros privados de diagnóstico que nos donan una determinada cantidad de estudios por mes. Nos organizamos a través de nuestra base de datos. Cuando la gente llama a la central de la red, la coordinación les da los turnos para estudios de alta complejidad que necesitan o los derivan con el profesional adecuado.

-¿Cómo esta funcionando el sistema sanitario y que opina del la labor que realiza el Ministerio?
-El sistema está funcionando muy mal. Lo que hace el Ministerio de la Nación es desaparecer. No asumen la problemática. Hubo una encuesta de factores de riesgo que estaba publicada en la página web del Ministerio, pero como no les hacía muy buena publicidad, la sacaron en seguida. Este es el falso concepto de política. Están pateando la pelota. El sistema es una bomba de tiempo que va a explotar en cualquier momento.

Ferrara: "No hay salud sin la participación popular"


ENTREVISTA
Por Leandro Raspino y Facundo Cornejo

Floreal Ferrara fue dos veces ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires: en 1973/74 bajo el gobierno de Oscar Bidegain, y en 1987/88 durante el mandato de Antonio Cafiero. Implementó un novedoso sistema de integración de la población para la atención primaria de la Salud: los ATAMDOS –Atención Ambulatoria Médica y Domiciliaria de la Salud. Crítico acérrimo de la gestión de Ginés González García, titular de la cartera a nivel nacional, el cardiólogo considera que la participación popular es la clave para una mejora del sector.

­-Los hospitales del país están abarrotados de gente, tienen un gran déficit de insumos, profesionales y graves problemas edilicios…
­-(Interrumpe) ¿Faltan profesionales? Uh, les vendieron el negocio, los cagaron (se ríe). Ese no es el problema.
Los hospitales son muy viejos, forman parte de un esquema antiguo de la salud, y ahí el país sigue gastando guita en esto. Cada ministerio que llega cree que construir un hospital contribuye a su estatua para el futuro. Bueno, en algún aspecto de este sistema de medicina total y absolutamente mercantilizada, tienen razón. Pero no es así, el país necesita en este momento decididamente una atención primaria. Pero hay una cosa nueva en la atención ambulatoria domiciliaria, y es la participación popular (control de los vecinos en la administración del centro asistencial). No hay salud en ningún lugar del mundo sin la participación popular, no es el esquema con el que se maneja el modelo salud.
No se puede hablar de un hospital que funciona cuatro horas, tres horas, dos horas. Poné el hospital las 24 horas, poné el hospital auténticamente con médicos de jornada completa, retención de título (el trabajador estaba imposibilitado de ejercer su profesión fuera del centro de salud en el cual fue contratado), y vas a ver cómo ese hospital es 5 hospitales. Porque tenés un sentido de pertenencia del hospital, ¿así, qué carajo de sentido de pertenencia tenés si vas ahí y dejás el auto en marcha porque te tenés que rajar de inmediato? No es difícil resolver esto, pero forma parte de una revolución que no está hecha.

-¿Cómo funcionan los ATAMDOS que usted instaló en Buenos Aires y qué pasó con el funcionamiento de los hospitales?
-Un ATAMDOS estaba compuesto por cinco personas: un médico, un psicólogo, una trabajadora social, un odontólogo cada 2 puestos y un administrativo. Estos 5 constituían un equipo, pero ese equipo era manejado por los miembros de las 300 familias que estaban a su cargo. Estas 300 familias constituían el poder, ellos controlaban si la gente venía, si no venía, si cumplían o no cumplían. Y ellos tenían la guita ¡la guita les dábamos! No robaron nunca.
Después de que caigo, el que ocupa mi cargo (Ginés González García) se pasó meses enteros revisando todas las boletas para ver en qué lugar encontraba dónde se habían afanado algo los del pueblo. Y no encontró que faltara ni un mango. Claro, era un pueblo enseñado a la lucha por sí mismo, un pueblo decidido a defender sus propias cosas.
Y los directores de hospitales llegaban y me decían: “Floreal ¿pero vos qué querés hacer, destruir al hospital? ¡No viene nadie al hospital, están todos en los ATAMDOS!” Y ese era el camino.


-Entonces, ¿por qué no prosperaron los ATAMDOS y la gestión que realizó?
-Y, en ese momento me tiré en contra de las cesáreas y de los medicamentos. Y bueno, me daban con fuerza. Antonio Cafiero (ex gobernador de la provincia de Buenos Aires) estuvo bien ahí, no me aflojó la mano, pero se asustó. Un día me llamó al despacho y estaba Juan Pablo, el hijo. Y el padre me dice “¿Vos qué querés hacer, un soviet en la provincia de Buenos Aires?”. Y le respondo, ¿por qué, vos le tenés miedo a los soviets? “No, no, ¡cómo le voy a tener miedo! Entonces Juampi, que estaba ahí, le dice “Viejo, te cagó, eh” (risas).
El tema es que no se podía hacer eso sin poder. Nosotros creíamos que teníamos poder, pero no era así. Teníamos un cachito. Las organizaciones médicas y las corporaciones son muy fuertes. Inventaron cualquier cosa contra mi mujer, contra mí. Y yo le dije a Cafiero “tomá, acá te presento mi renuncia”. Pero todavía existen los ATAMDOS, claro, siguen pero sólo el nombre. Son otra cosa.

-¿Qué contexto nacional tiene que existir para generar esos cambios de los que usted habla con relación a la salud?
­-Eso sólo se puede plantear en un gobierno revolucionario. Por ejemplo el gobierno revolucionario del 73, y era jodido hacer eso. Yo en el 73 duré en el ministerio lo que duró Cámpora, 90-100 días. Y chau, a otra cosa. Y en el segundo, cuando la cosa venía empalada bien, pero encontraron cualquier argumento para joderme. No tiene ningún sentido en este momento plantear algo en salud sin dos cosas: la atención primaria y la participación popular. Sin participación popular no hay salud ¿por qué? Porque la participación popular es la que te dice lo que necesita, si están felices, si no están felices, si lo estás atendiendo bien, si lo estás atendiendo mal.

-Volviendo a la atención primaria, Federico Tobar, que formó parte del equipo de trabajo de Ginés González García en 2002 durante el gobierno de Duhalde, diseñó junto al ministro el plan Remediar y el Programa Médico Obligatorio. Él señaló que, de la historia de las políticas de salud en el país, fue la que más impacto inmediato tuvo ¿Es así, le parece acertado?
-No me hagas hablar contra los burócratas, dejálo ahí. Tobar no es tonto y Ginés tampoco.
Yo estoy absolutamente seguro de que no hay un solo tipo que está en el poder que no afane, estoy absolutamente seguro. Porque eso es el capitalismo, la corrupción es un hecho absolutamente normal. El capitalismo es eso, una fórmula para quedarse con el trabajo de los trabajadores. Karl Marx lo llamaba la subsunción real del trabajo. El capitalismo de por sí se queda con una parte del laburo, la plusvalía, pero se queda con más todavía. Eso es el afano, la corrupción.

-Si el capitalismo conlleva todos estos aspectos, ¿porqué se sigue apostando al capitalismo?
-No podés apostar al capitalismo, tenés que apostar auténticamente a un hecho nuevo, en el socialismo. La salud en estos campos tiene una virtud fenomenal, porque es una enorme necesidad de la gente, de la población. Si la población tiene necesidad de las cosas, si maneja su propia necesidad, ahí tenés la revolución.
Ahora si no hay participación, todos están mintiendo, se llame Tobar, se llame Ginés, se llame lo que quiera. Todos están mintiendo, porque están al fondo del capitalismo.
No hay salud si no hay participación, todo lo demás es tecnocrático.

-Usted estaba de acuerdo con Evita sobre la cuestión de los hospitales, que debían ser del pueblo y no del Estado…
-Me gusta lo que dijiste, eso me lo contó el Negro Carrillo (primer ministro de Salud del país, en ejercicio durante el gobierno de Juan Domingo Perón). Un día me dijo: “Yo creía. No, creo”. Era un negro fenomenal porque tenía una voz fuerte y te miraba a los ojos fijo. Y me hacía temblar el Negro. Entonces me dice “yo creo que el hospital es una responsabilidad enorme por lo cual el Estado tiene que gobernar los hospitales. Y Eva me está diciendo que no, que ella cree que los hospitales son del pueblo ¿Usted que piensa?”. Y me miraba, y me apuraba. Mire me parece que Eva tiene razón, le contesté. “¡No ve que son todos unos revolucionarios! Pero tienen razón”.
Él pertenecía a un gobierno muy popular, muy fuerte. Podía decir que era la expresión del Estado, pero nunca es la expresión del Estado. El Estado es siempre la expresión del poder capitalista. Para tener un Estado socialista hay que pelear mucho. Y hay que tener participación.

-Usted dijo que la relación médico-paciente era asimétrica ¿A qué se refería con eso?
-Totalmente asimétrica, porque lo que se juega ahí es una instancia de poder. El médico nunca baja al terreno para sentirse igual con el que habla, siempre pone su cosa. Un ejemplo patético de todo esto es el siguiente, una vez hicimos una encuesta en el Hospital Ferroviario. Una de las preguntas era: ¿cómo atendían los pediatras? Y la otra era poner unos observadores nuestros en la sala de espera, para ver cuánto tardaba en entrar un chico a pediatría y en salir. Bueno, y se encontraban cosas espantosas, en 1 minuto el chico entraba y salía, no tenía ni tiempo de sacarle los pañales, nada. Pero en un momento determinado los sociólogos que laburaban con nosotros nos dicen “hemos encontrado una cosa muy buena, que es la conversación de los que salen de pediatría cuando salen del hospital. Es absolutamente distinta a lo que nos contaron en el hall. ¿Y por qué es distinta? Porque cuando salen del consultorio putean contra los médicos. Porque le habían dado una receta que no entendían, le habían dicho tal cosa y no sabían de qué se trataba”. Aquí se mostraba exactamente lo que era la asimetría. Esto en los ATAMDOS no pasaba ni por puta, porque estaba el pueblo atrás.
En la actualidad no hay simetría, porque el poder lo ejerce el médico. Ahí está eso que se llama el modelo médico hegemónico, y muestra precisamente un trabajo de un antropólogo muy importante argentino que se llama Eduardo Menéndez, que hizo un trabajo excepcional sobre eso. Allí muestra cómo los médicos son primero biologistas, no creen para nada en la constitución de la subjetividad; y luego deciden ellos por decidir. Tercero siempre tienen una receta a mano. Y todo eso muestra que ellos son los que mandan. Y mandar rompe la asimetría.

Seguridad social y Privado: La otra mitad de un sistema en crisis

Por Daniel Barrientos

Si el sector público demuestra tener falencias importantes a la hora de brindar un servicio tan básico y primordial para todo ser humano, los otros componentes del sistema sanitario argentino, cerca del 60% según el INDEC, no lo son menos. Tanto la seguridad social- obras sociales - como el sector privado – prestadores y medicina prepaga - tienen sus propios conflictos. Mientras esperan soluciones desde el Congreso, se intercambian culpas y críticas. En el medio, 20 millones de personas quedan libradas a la ineficiencia, inequidad, la estafa y el mercantilismo.

Las obras sociales y el quiebre del sistema solidario

Las poco más de 300 obras sociales existentes entre nacionales y provinciales – sin el PAMI - administran en la actualidad cerca de 7000 millones de pesos anuales - un 7% del Presupuesto Nacional – provenientes del aporte de 15,5 millones de trabajadores. Las diez primeras se reparten el 50% del total de los recursos, y nueve de ellas se encuentran en manos de la dirigencia sindical.

Precisamente este poder político y económico adquirido por las obras sociales sindicales de mayor cápita durante los últimos 30 años - apoyados en estrechos lazos con el gobierno de turno a través de la CGT - tuvo su momento cumbre en los noventa y las políticas neoliberales implementadas. En 1995 y con el supuesto objetivo de mejorar la competitividad y la eficiencia, se puso en ejecución el Programa de Reconversión de las Obras Sociales (PROS), con financiamiento del Banco Mundial, que incluyó medidas como la desregulación – la apertura a la libre elección del trabajador – y la asignación de subsidios a obras sociales para su reconversión.

Pero ninguna de estas reformas trajo las soluciones esperadas. El fin de la cautividad originó un “descreme”: las prepagas impedidas de competir, se filtraron en el sistema aliándose a las obras sociales de menores recursos y de esta manera lograron captar aquellos salarios altos deseosos de una mejor cobertura. Por otra parte, tampoco mejoraron las obras sociales subsidiadas, sino que al contrario fueron empeorando en calidad de servicios y aumentando su déficit.

Un caso testimonial de la crítica situación lo es la Obra Social Bancaria. A once años de haber recibido U$S 40 millones para la reforma dispuesta, la realidad es la siguiente:
  • afronta constantes demandas por falta de atención y muertes por mala praxis
  • su déficit alcanza los 200 millones de pesos
  • pérdida numerosa de afiliados (Según información extraída del departamento de Recursos Humanos de un Banco privado de esta capital la cartera de afiliados de la obra social cayó un 30% durante los últimos cuatro años - 69,38% a 41.06% - y paralelamente las obras sociales denominadas “chicas” aumentaron de 17 en 2003 a 40 este año, entre las que se destaca la Obra Social de Comisarios Navales que gracias al acuerdo con la prepaga OSDE, ha incrementado su cartera).

Puede que en esta crisis mucho tenga que ver el mal manejo de esos fondos recibidos. Al menos de eso se trata la causa abierta a fines del año pasado, en la que se investiga el desvío de 285 millones provenientes del crédito del Banco Mundial. Juan José Zanola, el titular del gremio bancario - muchas veces denunciado por enriquecimiento ilícito, defraudación y estafa - es tan sólo uno de los 127 sindicalistas llamados por el juez Norberto Oyarbide para que declare sobre su implicancia en el hecho. Entre los más destacados figuran Armando Cavalieri (mercantiles), Gerardo Martinez (construcción), Antonio Cassia (petroleros), el ex superintendente de obras sociales José Luis Lingeri (Obras Sanitarias de Capital), Gerónimo Venegas (rurales), Diógenes Salazar (telefónicos), Dante Camaño (gastronómicos) y Jorge Horacio Menem (obra social de Encotesa). Esta causa también involucra a ex funcionarios, empresarios de la salud, y hasta al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, por ser dueño de una empresa receptora de una parte de esos fondos.

Las irregularidades ya habían sido en parte detectadas por la Sindicatura General de la Nación el año pasado, a través de una auditoria hecha a la APE (Administración de Programas Especiales), organismo dependiente de la Superintendencia de Servicios de Salud, creado en 1998 para administrar los fondos solidarios de las obras sociales (10% de los aportes) destinados a costear prestaciones de alta complejidad. En su informe había denunciado la ausencia de documentación respaldatoria de las obras sociales por 330 millones de pesos, aunque sin mencionar dolo. Cabe destacar que la APE es administrada por Juan Rinaldi, abogado del líder de la CGT, Hugo Moyano, y anteriormente fue presidido por el diputado Luis Barrionuevo y el arriba mencionado Lingeri.

Para colmo en los últimos días, el sindicalismo sufrió otro golpe judicial por casos de corrupción: el pedido de una fiscal para mandar a juicio oral al ex secretario general de la CGT y titular del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación (STIA), Rodolfo Daer, y la condena a tres años de prisión a Jorge Carranza, del sindicato Municipal de San Martín.

A pesar de tantas evidencias, Sergio Romero, secretario de prensa de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA) defiende las bondades del sector y culpa a los medios de comunicación por su mala imagen: “Se cuenta lo bueno y no lo malo. La obra social puede ser mala, mas o menos o regular, pero tiene todos los canales posibles para poder brindar seguridad al trabajador y su grupo familiar, mientras que las prepagas, basados en un mejor marketing, cobran 800 pesos pero la salud no es su prioridad”.

De todas maneras, la preocupación tanto por el desfinanciamiento post fuga de afiliados como por la persecución judicial, ya movilizó a los líderes sindicales. El mes pasado varios de ellos (como Gerardo Martinez) acompañaron a la senadora y candidata presidencial, Cristina Fernández de Kirchner a una gira por Ginebra, Suiza, con la intención de frenar la megacausa, según publicó la Revista Noticias. En cuanto al descreme, la CGT estaría por lograr que el Gobierno firme un decreto que limitaría los traspasos entre las obras sociales, y obligaría al trabajador que opte por el cambio a dejar un 10 por ciento de su aporte en la obra social de origen. Esto genera rechazo desde las prepagas. “Se está premiando a la ineficiencia de la obra social, que se quedará con plata sin ningún gasto, afirman desde ADEMP, la Asociación de Entidades de Medicina Prepaga. Y agregan que las limitaciones “perjudicarán a los afiliados, ya que se va a encarecer el costo de los planes”.

Regulación de las prepagas

El sistema de atención médica privada está compuesto por 2.8 millones de beneficiarios (más del 60% son afiliados de obras sociales) que se reparten entre 80 entidades prepagas. Estas no están exentas de críticas. Entre la larga lista figuran el libre arancelamiento, la extranjerización de la salud, la concentración económica en pocas empresas, la reserva del derecho de admisión, el cobro de coseguros, y los períodos de carencia para los recién ingresados. El año pasado, las diputadas del Frente para la Victoria, Patricia Vaca Narvaja y Graciela Rosso, impulsaron un proyecto de ley para la regulación, en el que figura la prohibición de rechazar usuarios por enfermedades preexistentes o de edad avanzada, y la creación de una comisión permanente para aprobar las cuotas.

Las compañías el sector critican esta intención y hasta el momento han logrado frenar la votación del proyecto en Diputados. Como contrapartida desde su página web, ADEMP, expone los principales beneficios del servicio de salud prepago: reduce riesgos económicos con pago fijo mensual, reduce costos, facilita el acceso a la salud, y libera la demanda del hospital público. “El sistema es inflacionario porque la salud crece en costos, en tecnología, en salarios y el PMO (Programa Médico Obligatorio)es cada vez más completo”, reconoce Jorge Otero Lacoste, gerente de la entidad. Pero aclara que “el aumento del 2.7 por ciento en el 2006, no incidió en el crecimiento del Indice de Precios al Consumidor (IPC), que fue del 84%”.

Deudas de los prestadores médicos

El sector privado, compuesto por las clínicas, sanatorios, geriátricos e institutos de diagnósticos médico, atiende a 18 millones de argentinos. Los reclamos apuntan a varios frentes: por un lado al PAMI, quien le adeuda alrededor de 700 millones de pesos; a las prepagas y obras sociales, a los que se le reclama un 13% de aumento en el costo prestaciones (aranceles); y al Congreso, al que se le pide una ley para refinanciar sus propias deudas de alrededor de 1000 millones de pesos, contraídas con la AFIP tras el decreto de emergencia sanitaria que los eximió de cumplir obligaciones fiscales. En este último tema, existe un proyecto ya aprobado por ambas cámaras pero que el kirchnerismo postergó su sanción para después de octubre. Consistiría en una refinanciación de deudas impositivas y previsionales a 15 años con una tasa del 6% anual.

Directivos de la Cámara de Instituciones de Diagnóstico Médico (Cadime), justifican sus reclamos: “Los recursos de obras sociales y prepagas aumentaron, pero también lo hicieron los insumos a precio dólar, por lo que también deberían aumentar los recursos de las prestadoras.” Y advierte sobre las consecuencias de esta falta de pago: “como se privilegia los salarios de los empleados, se deja de lado el pago de impuestos y las inversiones, lo que se traduce en una precarización tecnológica y la posterior acentuación de la brecha entre ricos y pobres”.

Tobar: "La reforma en la salud no es una cuestión de recursos o de capacidad, sino de voluntad"


ENTREVISTA
Por Daniel Barrientos

Federico Tobar es especialista en Economía de la Salud y consultor internacional en políticas de la materia. Fue jefe de Gabinete del Ministerio de Salud de la Nación en 2002, donde impulsó el programa de Emergencia Sanitaria y el plan Remediar. Desde su experiencia, el coautor del libro "La salud de los argentinos" analiza la realidad del sistema sanitario argentino, elogia los alcances de sus programas y critica la pasividad del Gobierno.

-Usted aceptó ser funcionario del Gobierno de Eduardo Duhalde en el contexto de un país en crisis. ¿Qué lo llevó a tomar esa decisión?
-Con el ministro de Salud (Ginés González García) ya veníamos investigando sobre reformas en el sector, así que cuando recibí su llamado para armar el plan de emergencia, era la oportunidad de poder aplicarlas. Y no me equivoqué, porque en seis meses Salud rebrotó, al mejorar la atención primaria y la distribución gratuita de medicamentos con el plan Remediar. Creo que de la historia de las políticas de salud en Argentina, fue la que tuvo más impacto inmediato.

-¿Cuáles fueron los cambios entre ese momento y el actual?
-Se pasó de un Gobierno donde había participación y consenso entre todos los sectores de la sociedad, a otro que cerró cualquier vía de diálogo y que por cuestiones políticas no realizó las reformas estructurales en salud que se esperaba.

-¿Cuáles eran esas reformas?
-Una de ellas era abrir más centros de atención primaria, que es donde se debería hacer la prevención, en vez de hospitales. En cuanto a las obras sociales, una era que se financiara la cobertura del afiliado con una cápita ajustada y no con un porcentaje de su sueldo, algo que impediría que nadie quiera cubrir a los viejos y sí a los ricos como ocurre ahora. Y otra era la creación de un seguro nacional que cubra a todos los argentinos en las enfermedades catastróficas, tenga o no cobertura de seguro social, que fomentaría una mayor competitividad entre las obras sociales y las prepagas.

-¿Cómo está el tema del presupuesto del Estado en Salud?
-El presupuesto nacional aumentó mucho. Lo que no me animaría a decir es que mejoró la forma de asignar, que se gaste mejor. Si hay algo que no entiendo del Gobierno es que seguimos pidiendo préstamos en el exterior cuando en el Ministerio hay recursos suficientes para hacer todo lo que hace falta.

-Según estadísticas de diversas asociaciones civiles, la mayor cantidad de consultas médicas en la ciudad de Buenos Aires es de gente que no vive precisamente en esa zona. ¿Hay alguna solución posible para este problema?
-Es más difícil de resolver, porque hay dos flujos, uno de provincia y otro del extranjero, hacia una ciudad que tiene una hipertrofia hospitalaria importante -33- y tan sólo 30 centros de atención primaria. Una solución sería desconcentrar la atención, con un mapa sanitario en el que se defina dónde se debe abrir. Pero para eso se requiere pactos entre el Ministerio de Salud y las provincias a través del COFESA (Consejo Federal de Salud).

-¿Cómo se explica que, según la OMS, Argentina sea uno de los que más invierte en salud pero en cuanto a eficacia sanitaria esté por debajo de países como Perú y Paraguay?
-Argentina tiene un sistema relativamente bueno, porque tiene bastante cobertura, muy buenos profesionales de salud, buenos medicamentos y muy buena tecnología para diagnóstico, pero ha tenido ineficiencias desde el punto de vista de las políticas de salud, organización y financiamiento. Al estar cadi dos décadas sin políticas de salud, se está mejor, pero en cuanto a las tasas de morbilidad y de mortalidad no está arriba del resto de los países del continente como hace cuarenta años.

-¿Cuál es la proyección de la situación sanitaria de acá a diez-quince años?
-Yo veo tres escenarios. El primero es un modelo pasivo, sin reformas estructurales y segmentado. Una salud pública pobre que va a cubrir a los que no tienen nada y un mercado privado, cada vez más caro.
El segundo escenario es el europeo: un sector público más racionalizado. El problema es que si no hay un compromiso de equidad y distribución entre el COFESA (Consejo Federal de Salud) y el Ministerio de Salud de la Nación, sólo se cumpliría en las grandes ciudades.
El tercero es el ideal: el modelo regulado, es decir, una oferta pública bien organizada y con puentes entre lo público, la seguridad social y lo privado, y un Ministerio de Salud con un rol rector que diga cómo se tiene que tratar cada enfermedad y hacerlo desde el sector público.

-¿No es una utopía?
-Garantizo que no lo es, aunque requiere mucha voluntad política porque es un cambio estructural hacia todos los sectores. Si no se hace no es por falta de capacidad técnica o porque no se sepa lo que hay que hacer.

El psiquiátrico más grande del país: La salud no es cosa de locos

Por Alejandro Demergassi

Nacido en mayo de 1863, durante la presidencia de Bartolomé Mitre, fue bautizado primigeniamente como Hospital de las Mercedes, en el mes de octubre de 1949 cambió su denominación por la de Hospital Nacional Neuro-psiquiátrico de Hombres. Y en 1967, por el de Hospital Nacional José Tiburcio Borda. A partir de 1957 se estableció la residencia psiquiátrica.

Los casos de patologías mentales fueron creciendo en la última década, y la demanda forzó a la creación de nuevos pabellones de internación en el hospital, que posee 14,8 hectáreas de superficie, en el barrio porteño de Barracas. Sin embargo, la desidia y un clima de desorden gobiernan el hospital, que a pesar de esto, resulta estar en un momento de transición y de mejoras. Los internados vagan por los pasillos del lugar sin gente a cargo de su control y contención. El contacto del enfermo con el público de visita es constante. Sin embargo, la creación de los dos nuevos edificios de internación hacen cuenta del interés del gobierno por mejorar la calidad colectiva, pero mucha dudas surgen al ver el interior de dichos establecimientos, poblados de internos deambulando, pudiendo solo encontrar a dos profesionales de la rama en tamaña estructura, y sin enfermeros o encargados de oficio en los alrededores.

La primera impresión que da el Borda como institución es la de ciudad. Tiene penitenciaría, kiosco, capilla, centro cultural, parques, biblioteca, salón comedor, guardería, morgue... todas las áreas parecen cubiertas para el desarrollo y reintegración del enfermo. Por suerte, hay obras que se están llevando a cabo para ampliar el espectro de atención, lo cual es necesario y bien esperado por sus internados.

Pero el edificio central está muy deteriorado, con vidrios rotos en las ventanas, suciedad en las paredes y pisos, pedazos de cielorraso desprendidos. Los ascensores no funcionan desde marzo de este año, lo cual dificulta y mucho el traslado de pacientes con dificultades motrices a los pisos superiores.

A cada esquina que se recorre, una imagen que se repite. Algún interno rondando, que al paso te pide un cigarrillo o simplemente fuego para apaciguar la necesidad. Las caras nuevas dentro del hospital parece ser el target del fumador pupilo.

Otro tema es el casi nulo control de ingreso/egreso del lugar. Los encargados son un par de guardias, que parecieran juzgar quien entra y quien sale solamente por su aspecto, como patovicas de boliche. Los límites del hospital no están bien cuidados, al punto tal que un interno comentó como hacía para escaparse cuando no le gustaba la comida.

Otro tema que debe litigar la administración del hospital es el hecho de que muchos internados no poseen vida más allá de las paredes del Borda, lo cual deviene en una superpoblación. Aquí se necesita otro tipo de atención por parte del gobierno, con planes de inserción social y de trabajo para que de a poco puedan rehacer su vida, porque aumentando la cantidad de camas como se está haciendo ahora, es solo un parche más en el problema.

El penal de adentro: La cárcel de las mentes perdidas

La Unidad 20 del Servicio Penitenciario Federal se sitúa en el corazón geográfico del Borda. Una centena de presos conviven de a seis en celdas de 2,5 metros cuadrados. Todos tienen la misma particularidad de la doble exclusión, son declarados locos y presos por criminales. En su mayoría, por intentos de robar dinero para comprar drogas. El 80% tiene problemas de adicciones, y paradójicamente viven sedados. La contrariedad es que en esta cárcel no reciben ningún tratamiento contra esto. Ellos solo esperan que algún alma pía los recuerde y los ponga a disposición de un médico especializado en drogadicción. Así se reduciría la cantidad de detenidos y se agilizaría su rehabilitación.

Centro cultural en el hospicio: El arte como terapia

Por Leandro Raspino

Los internos del psiquiátrico José T Borda, ubicado en Barracas, construyeron un centro cultural desde hace 7 años. La iniciativa, a cargo del artista plástico Carlos Martínez Pampin, busca rehabilitar a los pacientes a través del arte y lograr que se comuniquen con la sociedad, antes de su reinserción social.


“Latiendo al mismo ritmo”, es el nombre de este centro cultural que posee cientos de pinturas, dibujos, collage y telas que llenan de color el galpón que funciona dentro del Borda, un hospital exclusivo para hombres. Además, algunos artistas plásticos colaboran con esta humilde causa, como el artista Carlos Regazzoni o el artesano, que construyó una casa con botellas, Tito Ingenieri.

Para el desarrollo de esta terapia artística los pacientes necesitan desde acrílicos hasta chatarra para crear esculturas; como la que está desarrollando uno de los artistas del Borda, un pequeño hombre de alambre, con pies de hierro oxidado y un corazón de metal que late del lado equivocado o la bicicleta más larga del mundo.

Hace algunos meses consiguieron un Ford Falcón del ’77, que según ellos perteneció “a los milicos de la dictadura”. Al auto lo denominaron “El arma de instrucción masiva”, lo forraron de libros donados y tienen pensado salir por los barrios a instruir a la población. Fabi de Palermo, guía oficial del centro cultural, comentó: “Con estos días de lluvia se nos mojó el techo, que esta cubierto de libros, y tuvimos que guardarlo en el garaje. Por eso todavía no pudimos salir a la calle”.

Pero no todas las obras quedan encerradas en el depósito, que años atrás estaba abandonado y en ruinas, también son expuestas al público. Matías Carabini, uno de los internos, expone sus trabajos en la sede “Aldao” del Club G.E.B.A situada en Bartolomé Mitre 1149. De lunes a viernes de 12 a 19 y hasta el 11 de julio Matías logrará externar su arte y mostrar a la sociedad que la rehabilitación es posible, y la reinserción también.

A su vez, en otro sector del nosocomio y dentro del programa de “Pre-alta, en el taller "Molineros del Borda" los pacientes tienen otra forma de terapia. Allí trabajan en la fabricación de papeles artesanales que sirven para la creación de tarjetas personales, invitaciones para bodas, para cumpleaños, bautismos y otros eventos. Los diseños están a la venta y pueden ser personalizados a pedido del cliente.

Estos dos emprendimientos se suman al de la Radio Colifata que transmite un programa radial, conducido por los internos del Borda, todos los sábados de 14:30 a 19:30.

Vivencias del guia del Borda: Externado describe el hospicio que conoce detalladamente

Por Maria de la Merced Frías

Un hombre de aproximadamente 40 años, que pasó varios años internado en el Borda, que le dan el alta pero termina todos los años regresando por iniciativa propia y que sostiene que los militares arruinaron su forma de vida. Ése es el perfil de Fabi de Palermo, un guía dentro de lo que él mismo define como un “deposito de gente”. Nadie conoce mejor el manejo de las cosas, por parte de médicos y enfermeros, que un interno.

Cuenta por lo bajo cómo hace para escaparse todas las noches para ir a comprar comida: “muy pocas veces hacen carne con papas, generalmente nos dan un guiso que no se puede ni comer”. Este es el pretexto que usa Fabi para salir diariamente sin permiso. Sobre la calle Pedriel se puede ver el enorme portón por donde algunos internados acceden a la calle sin ningún tipo de inconveniente, “es fácil, está abierto siempre y no hay nadie controlándolo” comenta. Además, hay una pequeña puerta, que pertenece a lo que era el laboratorio de psiquiatría (un edificio construido en 1899) por donde también se pueden ir a comprar al kiosco, “Es mas barato que el de acá”, justifica el paciente. Muchos de los enfermos tienen permiso para salir una vez por semana y deben hacerlo presentando la orden médica correspondiente a la gente de seguridad de la entrada.

Otra cosa que resalta Fabi con mucha angustia es el abandono por parte de los médicos, “solo calientan sillas”. La última vez que se internó tuvo que ir él mismo a tocarle la puerta a un médico para que lo entrevistara y así poder tener una historia clínica y un seguimiento en su evolución.

Muchas veces cuando se pide ayuda a los enfermeros, en el caso de que alguno presente un problema, ellos responden simplemente con “en unas horas se le pasa”, sin siquiera prestar atención. Los servicios 14 y 22, ubicados al fondo, estén destinados a pacientes droga-dependientes o con VIH y son los más olvidados, junto con el sector penitenciario.

Es una tarea casi imposible sacarle información a Fabi acerca del porqué de su internación, sólo dice que los militares le arruinaron la vida. Pero cuando se le cuestiona porqué no quiere dar explicaciones y cambia rápidamente de tema.

Ramón Carrillo, un héroe de la medicina argentina

Por Facundo Cornejo

“La salud es el resultado de la justicia social”. Esa era una convicción que tuvo siempre presente Ramón Carrillo, un médico sanitarista que estuvo a cargo entre 1946 y 1954 del primer ministerio de Salud del país.

Nacido el 7 de marzo de 1906 en Santiago del Estero, a los 18 años viajó a Buenos Aires para ingresar a la Facultad de Medicina de la UBA, de donde se recibió de neurocirujano con medalla de oro. Además, fue becado para perfeccionar sus estudios en Europa.

El 17 de octubre de 1945 Carrillo recibió en el Hospital Militar al general Juan Domingo Perón, proveniente de la Isla Martín García. A raíz de unas charlas que mantuvieron, la comunión política iba tomando forma de plan sanitario, y que empezara a aplicar a partir del 4 de junio de 1946, cuando fue designado al frente de la secretaría de Salud Pública, que luego se convirtió en Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.

Carrillo es considerado el fundador del sanitarismo nacional, ya que elaboró el primer Código Sanitario Argentino. Durante su gestión en el ministerio de Salud creó 234 hospitales, más de 50 instituciones, fundó la Escuela Argentina de Sanidad y Emesta, la primera fábrica nacional de medicamentos. Además, se lograron reducir de 300 mil a sólo 137 los casos de paludismo, y se elevó de 61,7 a 66,5 la esperanza de vida en sus ocho años de gestión.

En 1951 sufrió una enfermedad, tres años después dejó el ministerio y viajó a los Estados Unidos. No regresó al país por la Revolución Libertadora, y tuvo que aceptar –a pesar de su frágil salud- un puesto de médico en Belém do Pará, en el norte de Brasil. Finalmente, producto de una hemorragia cerebral, murió en noviembre de 1956, a los 50 años.

Entre las características de sus políticas, se evidenciaba un profundo sentido nacional, facilitando el acceso del pueblo a los adelantos científicos y en medicina social. Asimismo priorizó el desarrollo de la medicina preventiva y modernizó la organización hospitalaria.

Por sus logros, la Organización Panamericana de la Salud lo eligió en 2002 como “Héroe de la salud argentina”.

"El Estado no puede quedar indiferente ante el proceso económico, porque entonces no habrá posibilidad de justicia social, y tampoco puede quedar indiferente ante los problemas de la salud de un pueblo, porque un pueblo de enfermos no es, ni puede ser un pueblo digno". Palabras que confirmó con hechos.